domingo, 28 de agosto de 2011

Se enfunda aquel traje rosa que tanto le gustaba; se pinta, despacio, y enciende el radiocasete…Kenny G.
Pone la mesa, dos copas, la suya un poco más llena, ella bebe menos; dos platos, su ensalada sin atún, no le gusta. Enciende dos velas…Se sienta, empieza a comer, despacio; no mira al frente, callada.


Y en su memoria, tantos recuerdos... Su primera mirada; su primer paseo por el parque; el primer beso robado con la oscuridad del cine como testigo mudo; su boda; su primer hijo; el segundo; la pérdida del tercero; la sonrisa cuando se enteró que el cuarto no sería cuarto, sino cuarta, su princesa…la llamaba; el primer día del colegio del primero, del segundo, de la tercera; la boda de esta, siempre más precoz que sus hermanos…La boda del segundo con Rosa, una buena chica; y la del primero con Mario, un gran abogado y un gran hombre. Su primera nieta, Tailandesa. Cerró los ojos.

Así se la encontraron, sentada en la mesa, con los ojos cerrados y el pollo a medias, un escape de gas dijeron, pero lo que no saben es que fue de soledad…

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